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Historia

  La Asociación de Minoristas de el Puerto de A Coruña se constituye legalmente el 4 de diciembre de 2004.

  Sus orígenes se producen tras unos conflictos que surgieron en el puerto de A Coruña con la venta vespertina de pescado; por ello, el colectivo decidió reunirse y crear una asociación que defendiera los intereses del colectivo. Así surgió la Asociación de Minoristas de el Puerto de A Coruña, que hoy en día sigue luchando por los intereses del sector.

  Año tras año, no sólo hemos ido creciendo paulatinamente, sino que hemos logrado afianzarnos en el sector con un gran número de socios a nuestras espaldas. El mayor momento de apogeo de la asociación se produjo tras la catástrofe del Prestige en aguas gallegas, alcanzando así nuestro mayor número de socios, 220.

  Algunos de los logros más importantes que hemos conseguido a lo largo de estos años son los siguientes:

  • Defender los intereses del sector en la Xunta de Galicia
  • Hemos trasladado la problemática higiénico-sanitaria a través del representante gallego en el congreso
  • Por primera vez en la historia hemos conseguido ser un colectivo damnificado, logrando ayudas para el colectivo por parte de la Seguridad Social
  • Hemos incentivado la creación de una nueva lonja y hemos mejorado nuestras instalaciones de trabajo
Seguimos luchando por los intereses del sector
 

Historia de el Puerto de A Coruña

  El origen de A Coruña se sitúa en los alrededores de la singular Torre de Hércules, el único faro levantado en tiempos del Imperio Romano que aún se mantiene activo. Símbolo coruñés, al igual que las posteriores galerías de la Marina, ambas referencias ligan inevitablemente la historia de la ciudad al mar que baña esta península del noroeste de Galicia.

  Pese a las condiciones climáticas adversas de la localización, su situación estratégica resultó clave para el desarrollo del puerto y el comercio marítimo, principal motor de crecimiento de la población.

  Ya desde la Edad Media empezó a notarse un aumento progresivo de las transacciones marítimas, en ocasiones propiciadas por ciertos privilegios que otorgaban los monarcas, como Alfonso X el Sabio, que liberó de impuestos la descarga y venta de sal, o Juan II, que permitió el libre comercio con Inglaterra.

  Pero fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando el puerto comenzaba a vivir una época de esplendor que continuó en el XIX, caracterizada por un gran despliegue comercial. Durante este periodo, se trataba del único punto de la península de salida y retorno de las líneas marítimas de las Indias y, además, Carlos III había autorizado el mercadeo con América. Todas las migraciones partían del concurrido Muelle de Hierro, que actualmente no se conserva.

  Habría que esperar hasta comienzos del siglo XX para que se iniciara la construcción de la Dársena, con las típicas galerías que hicieron que A Coruña se conociera como “la ciudad de cristal”. Con el mismo propósito de mejorar las instalaciones portuarias, en la segunda mitad de siglo se acometieron una serie de obras que incluían el Dique de Abrigo, un resguardo en caso de condiciones meteorológicas adversas, el Puerto Pesquero (actual muelle de San Diego) y el muelle de las Ánimas.

  Un hito importante a principios de los años ochenta fue la inauguración del Muelle del Centenario, que respondía a la necesidad de dotar a la urbe de infraestructuras preparadas para recibir grandes buques. Otras sucesivas construcciones también persiguieron adaptar el puerto coruñés a las exigencias que surgían, como una lonja de 1.200 m2, la Dársena de Oza o el Muelle de Trasatlánticos en el paseo de la Marina.